"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
|
17-11-2023 |
De nuevo sobre el balotaje y la izquierda
Rolando Astarita
En la anterior nota ( aquí ) dedicada al balotaje y la izquierda sostuvimos que cuando se enfrentan electoralmente, y como única alternativa, un partido fascista y otro democrático-burgués, es lógico que la izquierda llame a votar a este último. Dijimos también que Milei y LLA no configuran en el presente una corriente fascista; es una expresión de ultraderecha, pero no fascista. En esa nota también dijimos que la postura que nos parece más coherente y apropiada, desde un enfoque socialista, es el voto en blanco o la abstención en el balotaje del 19 de noviembre.
En Comentarios del blog esta propuesta fue criticada por algunos lectores con un argumento que es sumamente atendible. En síntesis, sostuvieron: a) Aunque Milei y LLA no son fascistas, encarnan una propuesta dictatorial represiva; b) por lo tanto, la izquierda debe votar a Massa y a la UxP para detener el avance del golpismo o el bonapartismo militarista. Incluso un lector se preguntó cómo es posible que alguien que pasó por el secuestro y la tortura en 1976 (es mi caso) no vote a Massa para frenar al “Videla 2024”. En lo que sigue respondo a esta crítica.
Un acuerdo de partida
Una primera cuestión a subrayar es que la izquierda no necesariamente tiene que abstenerse o votar en blanco cuando la alternativa a enfrentar es dictatorial, aunque no sea fascista. El régimen pinochetista no fue fascismo (sí una dictadura militar sangrienta), pero no por eso la izquierda chilena llamó a abstenerse en el referéndum de 1988, cuando las alternativas eran la continuidad de Pinochet o su salida y el llamado a elecciones. Otro ejemplo: entre Bolsonaro (pidió un golpe de Estado para anular las elecciones 2022) y Lula, la izquierda debe votar por Lula, sin por ello dar apoyo político a su programa y estrategia. Para dar otro ejemplo, supongamos que mañana en Afganistán se presentara un movimiento feminista que enfrentara a los talibanes con un programa democrático burgués. Sería estúpido que la izquierda dijera “como ambos son burgueses, me abstengo o voto en blanco”.
Para los “ortodoxos”, aquí van todavía otros dos ejemplos: a) Ante las elecciones españolas de 1936, que enfrentaron al Frente Popular y a las derechas, a Trotsky no se le ocurrió promover el voto en blanco o la abstención; b) Menos conocido es que Marx apoyó a Lincoln en la elección de 1864 que lo reeligió como presidente, en oposición a los esclavistas. Más todavía, Marx promovió un pronunciamiento de la Asociación Internacional de Trabajadores (Primera Internacional) en apoyo a Lincoln, que fue presentado al embajador estadounidense, en enero de 1865.
En definitiva, cuando están en juego transformaciones en el régimen político que tienen repercusiones de vastos alcances, la izquierda no debe ser abstencionista. Pero por eso es necesario determinar cuándo nos enfrentamos a ese tipo de cambios; y cuándo se exageran diferencias, o se agita artificialmente “el peligro del golpe” o “del fascismo” para que las masas trabajadoras apoyen a alguna variante burguesa disfrazada de “progre”.
Milei y LLA, discurso ultraderechista y debilidad estructural
Milei y LLA despliegan un discurso ideológico y político extremadamente reaccionario. Un mensaje que encuentra oídos receptivos en coyunturas de crisis y en ausencia de programas y perspectivas superadoras por la izquierda. Su objetivo es dividir, atomizar, inficionar los espíritus del ideal ‘me ocupo de lo mío y el resto me importa nada', como arma de sometimiento y corrosión de la solidaridad entre los explotados . Es la lucha ideológica y política en su forma más descarnada y cínica, apenas disimulada detrás del slogan “la libertad avanza”. Es el contenido último de la “batalla cultural” de los Milei y Benegas Lynch. Esta es la situación entonces en el plano del discurso.
Pero cuando entramos en el terreno del poder efectivo de Milei y LLA para imponer un régimen dictatorial del tipo Videla, las cosas tienen otro color. Como se ha señalado repetidas veces, Milei carece de estructura política importante que lo respalde. En el Parlamento LLA tendrá 36 diputados (sobre un total de 257) y ocho senadores (sobre un total de 72). No tiene gobernadores o intendentes de su lado; tampoco conexiones en la Justicia; carece del respaldo de los sindicatos y de las organizaciones sociales de desocupados; prácticamente no tiene incidencia en las universidades nacionales; y es vista con desconfianza por muchos empresarios y periodistas del establishment. El acuerdo con Macri fue apoyado por partidos “sellos de goma”: MID, Unión Celeste y Blanco, Partido FE son organizaciones escuálidas que ingresaron a las listas de LLA por pactos para el armado nacional. Unión Celeste y Blanco fue organizada por Francisco de Narváez, ahora cercano a Massa. El apoyo a Milei de FE, el partido macrista que fundó el Momo Venegas, secretario general de UATRE, está en duda. Que Massa haya provisto gente suya para formar las listas de LLA es otro síntoma de esa debilidad. Y todo indicaría que, en caso de ganar LLA el macrismo proporcionará personal propio para cubrir puestos en el Estado.
En este punto las diferencias con Bolsonaro o con Trump –referentes principales de Milei- son inocultables: Bolsonaro tenía el apoyo de sectores importantes de las fuerzas armadas, de los evangelistas (con arraigo de masas) y del agro negocio. Trump tuvo el respaldo, como mínimo, del Partido Republicano y sus diputados, senadores, gobernadores e intendentes. Nada de esto se advierte en LLA.
Rasgos de bonapartismo en la propuesta de LLA
Frente a este panorama Milei prometió gobernar vía plebiscitos, que es característico de los regímenes bonapartistas. Por ejemplo, dijo que plebiscitará la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y que en caso de que la mayoría esté en contra, eliminará la ley. Pero solo el Congreso puede sancionar o derogar leyes. Y eso se debe aprobar con las dos cámaras. Además, para que un plebiscito sea vinculante el Ejecutivo debe pedirlo al Congreso a iniciativa de la Cámara de Diputados. La ley de convocatoria a consulta popular debe tratarse en una sesión especial y ser aprobada por mayoría absoluta.
Por otra parte, si bien el Ejecutivo está facultado a llamar a consulta popular (como hizo Alfonsín cuando fue el Tratado de Paz con Chile, por el Beagle), esa consulta no es vinculante. A esto se agrega que, según los constitucionalistas, no se pueden realizar consultas populares en materia penal, ni en cuestiones que requieren mayorías especiales en el Congreso; o que son facultades propias de una de las Cámaras, como son los temas tributarios para Diputados y la coparticipación para Senado. El recurso que le quedaría al Ejecutivo serían los DNU (Decretos de Necesidad y Urgencia). Aunque tampoco se pueden regular con DNU cuestiones penales, tributarias, electorales o sobre partidos políticos. De manera que las posibilidades de un giro de LLA hacia el gobierno bonapartista, en base a decretos y plebiscitos, por ahora, parecen muy limitadas.
¿Salida para LLA vía golpe militar?
Como señalé más arriba, gente que llama a votar a Massa sostiene que un triunfo de Milei nos pondría en las puertas de un régimen dictatorial, tipo Videla. Esto porque Milei y LLA podrían avanzar hacia un bonapartismo dictatorial. Algo parecido a lo que hizo Fujimori en Perú, en 1992: disolvió el Congreso; reorganizó el tribunal de garantías constitucionales y el ministerio público; destituyó jueces que le eran contrarios; e intervino gobiernos locales. Fujimori lo presentó como “un golpe contra los poderes corruptos e ineficaces” que obstruían “sistemáticamente la reconstrucción nacional”. Tuvo para eso el apoyo de cámaras patronales; del FMI y otras instituciones internacionales; de las fuerzas armadas y la policía. El régimen que se impuso entonces fue responsable de miles de desaparecidos y de asesinatos de luchadores sociales y opositores; además, cientos de miles de mujeres padecieron esterilizaciones forzadas. Fue un cambio cualitativo en el régimen jurídico y político, en toda la regla.
¿Tienen Milei y LLA base social y política para imponer hoy un régimen de ese tipo? No la tienen. La clase capitalista, los medios de comunicación, las fuerzas armadas, la pequeña y mediana burguesía, los sindicatos, no están hoy por un golpe de Estado. Pero si esto es así, no tiene sentido votar a Massa y UxP para “frenar el golpe” o “impedir que se instale una dictadura militar”.
La lucha ideológica y el voto en blanco
Por otra parte, el voto a UxP no aporta a la tarea central que tenemos, que es la lucha contra la ofensiva ideológico-política de LLA. No solo no aporta, sino debilita y confunde. Tomemos como ejemplo la identificación de la homosexualidad con la suciedad y los piojos, que hizo recientemente Diana Mondino, vocera de LLA. Es, como ha dicho Dolores Curia en Página 12 , “la animalización y la patologización de las identidades no heterosexuales”. Pero no fue un exabrupto sino una bestialidad que encaja en los discursos y propuestas de Milei y compañía. Todos ellos apuntan a brutalizar las relaciones entre los seres humanos . La mercantilización de órganos, el rechazo de toda forma de solidaridad, el desprecio por deterioro del medioambiente, el ensalzamiento del individualismo, van todos en el mismo sentido. Y esto no se detiene con alguna consigna ingeniosa, o haciendo marchas del activismo. Menos todavía votando a Massa con su programa de derecha y anti-obrero.
Por eso la lucha de la izquierda debería llevarse en tres planos (como alguna vez recomendaron Engels y Lenin): en lo económico, contra la caída de los salarios y la ofensiva contra los derechos laborales; b) en el plano político, la defensa de las libertades y derechos democráticos; c) en lo ideológico (lo “propiamente cultural”), contraponer la crítica a esta sociedad basada en la explotación, y desarrollar la perspectiva socialista. No se trata, por supuesto, de compartimentos estancos, sino de espacios de acción y conciencia que se entrelazan e influyen mutuamente.
Dada pues esta coyuntura, el voto en blanco o la abstención son las mejores opciones. Pero siendo conscientes de que en sí mismos expresan poco y nada. Después de todo, muchos radicales, partidarios de Carrió, incluso del Pro, votarán en blanco defendiendo un programa muy reaccionario. La clave diferenciadora es el discurso crítico –la crítica de raíz- de la izquierda, que debería acompañar a ese voto en blanco o a la abstención.
Fuente: https://rolandoastarita.blog/category/general/
Copyright © 2007 SURda All rights reserved. | Portada | Opinión | Notas | Enlaces | Anteriores | Internacionales | Organización | Uruguay | Economía |